Atrapados por la novela

Debido a la falta de tiempo no puedo subir capítulo todos los días, el nº de ellos dependerá de la semana. Gracias a todos.

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miércoles, 2 de noviembre de 2011

CAPÍTULO 72: DESPUÉS DEL CAFÉ

Una vez que todo había vuelto a la normalidad y que los dos estaban mas tranquilos a Lis le entró la vergüenza y comenzó a sonrojarse. No solo había subido a espiar a su vecino mientras se cambiaba de ropa sino que había llegado a todavía más lejos. A su vecino en cambio, no parecía afectarle mucho la situación pues permanecía callado y de lo más tranquilo mientras se ponía la camiseta y quitaba las sábanas de la cama para meterlas a la lavadora. Lis comenzaba a sentirse incómoda al no saber que decir por lo que decidió volver al salón y esperar que Paolo bajara.

Mientras esperaba sentada en el gran sofá color crema y decidió servirse otra taza de café a persa de que ya estaba frío. Tras varios minutos comenzaron a oírse pasos en las escaleras. Paolo bajó lentamente y con el semblante sereno. Una vez en el salón se sentó junto a ella.

Charlaron amigablemente durante media hora. Parecía que ninguno de ellos quería comentar nada acerca de lo que acababa de suceder.

- Bueno se me está haciendo tarde, creo que ya es hora de que me marche. Gracias por el café.

- De nada Lis, ha sido un placer. Adiós.

- Adiós

Él la acompaño hacia la salida y la puerta se cerró con un leve chasquido.

Lis recorrió los pocos metros que la separaban de su casa. Estaba empezando a oscurecerse el cielo. Vaya, había estado más tiempo del que pensaba en casa de su vecino. Cuando llegó su madre estaba en la cocía preparando la cena y su padre todavía no había llegado a casa.

- ¡Lis! ¡Vaya horas de llegar a casa! ¿Dónde estabas? ¿Has hecho los deberes? – le reprochó su madre.

- Estaba en casa de Marta ayudándole con un trabajo – mintió – y hoy no tengo deberes. Me voy a dar una ducha ¿vale? – y tras darle un beso en la mejilla se encaminó hacia el baño.

Una vez allí abrió el grifo para que el agua fuera calentándose y se desnudó. La ducha la ayudó a relajarse y entonces se dio cuenta de que estaba hambrienta. Con todo el ajetreo que había tenido por la tarde no se había parado a pensar en su estómago. Salió de la ducha, se puso el pijama y bajó atropelladamente las escaleras para ver si la cena ya estaba lista. Tuvo que esperar media hora a que llegara su padre, engulló la cena como si no hubiera comido nada en tres días. Se despidió de sus padres y se marchó a su habitación. Tras mirar el correo y ver que no había nadie interesante conectado se tumbó en la cama y a los pocos minutos se durmió profundamente vencida por el cansancio acumulado durante la tarde.

Fin del capítulo 72

martes, 25 de octubre de 2011

CAPÍTULO 71: APETITOS SACIADOS

♦♦

Paolo estaba contemplando la escena sentado frente a ella sin apenas moverse pero disfrutaba como un niño pequeño con un caramelo. Nunca antes había tenido a una chica en su cama dispuesta ha hacer lo que Lis había hecho. Y eso le excitaba mucho.

Lis, una vez que hubo terminado se incorporó y se quedó mirándole fijamente a los ojos. Sin apartar aquella mirada feroz y lasciva se levantó de la cama y se puso de rodillas para estar a su altura y le rozó los labios con la punta de sus dedos para que saboreara el orgasmo que acababa de derramarse sobre sus sábanas.

Él ante aquel roce dejó su impasividad atrás y pasó a la acción. Posó una de sus manos en el hombro de Lis para evitar que se levantara mientras que con la otra empezó a bajarse la cremallera de los negros vaqueros.

Lis reacciono ante ese gesto apartándole las manos y adueñándose ella de la acción, desabrochando los botones y bajándole los pantalones la medida justa para dejar su miembro al descubierto.

Con su lengua recorrió su miembro desde la base hasta la punta, deteniéndose ahí para atraparla entre sus labios y apretarlo suavemente. Después valiéndose de sus dientes rozó suavemente su glande haciendo que Paolo se estremeciera. Luego abrió bien la boca y se introdujo el miembro por completo.

Paolo posó sus manos sobre la cabeza de Lis para no dejar que se apartara cada vez que él levantara su pelvis de la silla y le introdujera su miembro tan profundamente que llegara a tocarle el fondo de la garganta. Con cada acometida a Lis le lloraban los ojos y casi le faltaba el aire pero a él le resultaba extremadamente placentero y gemía cada vez que notaba que llegaba hasta el fondo.

Al tiempo Lis sintió como la presión que ejercían las manos de Paolo se desvanecía poco a poco pero sin llegar a ser tan floja como para que ella pudiera liberarse y entonces fue cuando él derramó todo su orgasmo en su boca.

Por fin los dos habían terminado y su apetito se había disipado. Todo volvía a la calma.

Fin del capítulo 71

martes, 18 de octubre de 2011

CAPÍTULO 70: SENTADA EN EL BORDE DE LA CAMA

♦♦

Paolo la tomó por las muñecas y la dirigió a su cama para que se sentara. Él cogió la silla y del escritorio, la situó frente a ella y se sentó.

Lis estaba nerviosa debido a la situación en la que se encontraba, pero a la vez, le daba mucho morbo. No había albergado ningún pensamiento referido a liarse con su vecino pero por alguna razón no había podido resistirse a espiarle y ahora tampoco había impedido que la llevara hasta su cama. Pensaba que al ser Paolo mucho mayor que ella no tendría ningún interés en ella pero parecía que no era así. Por eso iba a aprovechar la situación y le daría lo que quería.

Se acomodó en el borde de la cama, abrió lentamente las piernas y apoyándose con su mano izquierda echo un poco su cuerpo hacia atrás. Hacía todo esto sin dejar de mirarle a los ojos. Lis se echo la melena hacia atrás y comenzó a acariciarse el cuello con la mano que le quedaba libre. Luego siguió acariciando sus pechos, apretándolos levemente y haciendo círculos alrededor de sus pezones.

A pesar de que Lis no se había quitado prenda alguna la visión resultaba de lo más excitante. Paolo seguía sentado en la silla, con la espalda recostada y las manos sobre las piernas. Parecía de lo mas tranquilo pero estaba tremendamente excitado.

Lis siguió con lo que estaba haciendo y ahora su mano recorría sus muslos y de vez en cuando rozaba su sexo. De repente se levantó y acercándose a Paolo se despojó de sus pantalones y de su ropa interior.

Él acercó una de sus manos a ella para acariciarle el vientre. Parecía absorto ante aquella imagen.

Lis sonrió y volvió a sentarse en la cama pero esta vez abrió las piernas todo lo que puedo para dejar su sexo completamente al descubierto y que él pudiera observarlo bien.

Y entonces empezó a masturbarse. Sus dedos salían y entraban de su sexo frenéticamente haciendo que éste se humedeciera cada vez más. Gemía cada vez que sus dedos la penetraban.

Paolo estaba cada vez más caliente y su miembro estaba duro como una piedra, haciéndole presión contra el pantalón. Comenzó a tocarse el bulto de su entrepierna sin dejar de quitarle los ojos de encima a su acompañante.

Ella esta a punto de llegar al orgasmo pues el saber que la estaban observando era un gran aliciente. Los gemidos eran cada vez mayores y más fuertes. Pequeños espasmos recorrían todo su cuerpo indicando que el orgasmo estaba cerca. Éste salio con fuerza de su interior empapando sus muslos y las sábanas de la cama.

Pero la cosa todavía no había terminado.

Fin del capítulo 70

jueves, 13 de octubre de 2011

CAPÍTULO 69: OBSERVANDO TRAS LA PUERTA

Intentó subir las escaleras lo más lenta y silenciosamente posible para que él no se percatara de su presencia. Cuando llegó al final de las escaleras se encontró ante un pasillo decorado con varios cuadros muy similares a los que había en el salón. Las paredes era de color crema y había varias puertas a lo largo del pasillo, todas cerradas excepto una.

Lis se acercó sigilosamente hacia la puerta entreabierta, se situó detrás de ella y se asomó.

Era una habitación amplia, de color azul claro. En su interior había un escritorio y un armario de madera en el lado derecho y en el izquierdo una cama y en la pared una ventaba que daba a la calle.

Paolo estaba en medio de la estancia, de espaldas a la puerta, quitándose la camiseta manchada.

Lis observaba detenidamente como la camiseta sucia se deslizaba por el cuerpo de Paolo. Para ella la escena ocurría a cámara lenta. Se deleitaba recorriendo con sus ojos la musculosa espalda de su vecino. Éste se acercó al armario para coger una camiseta limpia. Una vez con ella en la mano se volvió hacia la puerta. Lis se sobresaltó ante aquel movimiento pero parecía ser que Paolo no se había dado cuenta de que ella estaba allí así que siguió observándole. Pero ahora la vista era mucho mejor pues podía verle de frente y deleitarse con su pecho musculoso y bien delineado.

Lis comenzaba a sentir un calor latente entre sus piernas mientras le observaba. Un calor repentino se estaba apoderando de ella poco a poco. Su mano derecha se había deslizado hacia el foco del calor y estaba comenzando a rozarse sin darse cuenta, como si eso fuera una respuesta involuntaria ante el estímulo visual al que estaba siendo expuesta. Como consecuencia su respiración comenzó a agitarse y acabó delatándose.

Paolo comenzó a oír algo parecido a jadeos detrás de la puerta por lo que dejando la camiseta que se iba a poner encima de la cama se acercó hacia donde provenían los ruidos pero antes de llegar se paró.

- ¿Lis eres tú?

En ese momento Lis salió de su ensimismamiento y una vergüenza tremenda comenzó a apoderarse de ella tiñendo sus mejillas de rojo.

- Si… soy, soy yo…

-

Paolo abrió la puerta y la invitó a acercarse a él con un gesto. Lis dudo un par de segundos pero finalmente se acercó.

- ¿Me estabas mirando mientras me cambiaba? – la fuerza con la que le miraban sus ojos azules la hipnotizaba y respondía sin pensar, sin poder mentir.

- Si.

- ¿Y estabas disfrutando?

- Si.

- ¿Estas excitada?

- Si

- Ummm… entonces… ¿quién soy yo para interrumpirte?

Y Paolo esbozó una sonrisa pícara e intrigante…

Fin del capítulo 69

martes, 11 de octubre de 2011

CAPÍTULO 68: CAFÉ ACCIDENTADO

La calidez que trasmitía aquella casa tan acogedora tranquilizaba a Lis. Al cabo de un par de minutos Paolo volvió al salón y se sentó junto a ella. Se dedicaron ha hablar de cosas triviales por lo que fue una conversación ligera y cómoda. Así Lis pudo relajarse del todo.

En ese momento la cafetera comenzó a hacer ruido indicando así que el café ya estaba listo. Paolo se levantó y de camino a la cocina pregunto a Lis:

- ¿Cómo quieres el café?

- Con leche por favor.

Y desapareció tras la puerta de la cocina para volver al poco con una bandeja en las manos para poder llevar más cómodamente las cosas al salón. Dejó la bandeja en la mesita de cristal y sirvió el café.

- Gracias por aceptar mi invitación, pensaba que no vendrías la verdad – dijo mientras se llevaba la taza a los labios.

- ¿Por?

- Por miedo – contestó mientras se recostaba en el sofá.

Estaba guapísimo pensó Lis en ese momento, vestido con una Camiseta blanca ajustada y unos vaqueros negros. Además la melena le caía por los hombros dándole un atractivo que no conseguiría con el pelo corto. Y encima la miraba con esos ojos azules que le hacía perder la concentración.

- Yo no tengo miedo – sentenció Lis.

- De acuerdo – aceptó Paolo y se acercó a Lis. – Bueno y ¿qué tal te va con los chicos? Supongo que no te faltarán pretendientes.

- ¿Y que te hace pensar eso? – preguntó con una sonrisa.

- Que eres muy guapa.

Al soltar aquella frase Lis soltó una risa nerviosa y comenzó a manotear. Al hacer eso golpeó la taza que Paolo llevaba en la mano y que el café que quedaba en su interior se derramara sobre el pecho de su vecino dejando una marca marrón en su camiseta blanca impoluta.

- Yo, yo… perdona, lo siento… - apresuro a disculparse Lis mientras cogía una servilleta de la mesa para intentar limpiarle.

- Tranquila, no te preocupes, ha sido un accidente. Será mejor que vaya a cambiarme. Ahora vuelvo.

Paolo se levantó del sofá y se encaminó hacia el pasillo desapareciendo por las escaleras que había al final de éste.

Lis se quedó en el salón pero le pico la curiosidad. ¿Y si subía ella también?

Fin del capítulo 68

viernes, 7 de octubre de 2011

CAPÍTULO 67: BIENVENIDA A MI CASA

Como otro día de escuela Lis sigue con su rutina habitual la cual sólo se ve alterada por un pequeño detalle. Al volver de clase tira la mochila sobre el suelo del salón y come tan deprisa que parece que en lugar de masticar engulle. Una vez acabado el postre recoge su mochila y sube a su cuarto. Una vez allí se despoja de sus ropas y se dirige al baño para abrir el grifo del a bañera y que el agua se caliente. Mientras espera se sitúa frente al espejo para observar su cuerpo desnudo bajo la tenue luz del os focos del baño.

Una vez que se ha calentado se mete en la bañera. El agua tibia que resbala por su cuerpo relaja sus músculos y los desentumece. El champú desenreda sus cabellos anaranjados. Masajea su cabeza para lavarse el cabello, lo hace con suavidad aunque concienzudamente pues no puede demorarse mucho o llegará tarde a la cita.

Una vez aclarado se coloca una toalla en el pelo y se pone un albornoz blanco para salir de la ducha. Coge su secador del mueble que tiene a su derecha y despojándose de la toalla comienza a secarse el pelo. Cuando termina lo recoge y vuelve a su cuarto a vestirse. Como han quedado para tomar un café en casa escoge unos pantalones vaqueros, una camiseta escotada de manga corta gris y unas deportivas negras. Sencilla y cómoda.

Coge el móvil, las llaves y sale de casa.

Recorre lentamente el corto tramo que separa las dos casas, intentando así tardar el mayor tiempo posible. Los nervios empiezan a hacer su aparición. Y es que ¿a quién no le pondría nervioso acudir a la casa de un vecino al que apenas conoce?

Al fin llega a su casa y toca el timbre. En cuestión de segundos la puerta se abre y cruza el umbral.

- Bienvenida a mi casa – le dice amablemente a modo de saludo.

- Gracias – contesta ella con una sonrisa.

Su casa es de lo más sencilla y acogedora. Nada más entrar hay un pequeño recibidor con una mesa, un paragüero y un jarrón de pie con unas flores malvas. Después, un espacioso salón en el que hay un sofá de tres plazas color crema y dos sillones a juego. Delante de ellos hay una mesa baja de cristal y una televisión de plasma en el mueblo que hay enfrente pegado a la pared. También hay una mesa grande de madera a un lado de la estancia rodeada de grandes sillas. Las paredes son de un color naranja muy claro y están decoradas con fotografías de paisajes toscanos. Al fondo se puede ver un pasillo con varias puertas y una escalera al fondo. El suelo es de madera de un tono claro.

- Bonita casa.

- Gracias, es bastante sencilla, todavía no me ha dado tiempo a decorarla por completo. Adelante, toma asiento mientras yo voy a poner la cafetera.

Paolo desapareció por una de las puertas del pasillo y Lis se sentó en el sofá a esperarle.

Fin del capítulo 67

miércoles, 5 de octubre de 2011

CAPÍTULO 66: INTENTAR DESPEJAR LA MENTE

Cuando las clases acabaron Lis se sintió aliviada pues no tendría que ver a Derek hasta el día siguiente y podría ir a casa y relajarse. Una vez que hubo terminado de comer se tumbó en el sofá a ver la televisión hasta que sin darse cuenta se quedó dormida. A las dos horas se despertó y decidió irse a dar un paseo para ver si se despejaba.

Salió de casa y la suave brisa que se había levantado alborotó levemente sus cabellos, desordenándoselos y poniéndoselos por la cara. A Lis no le importó pues precisamente era ese ligero soplo de viento el objetivo de su paseo. Decidió que con dar un rodeo por su calle y las de alrededor sería suficiente. A pesar de que fuera un lunes por la tarde no se veía a casi nadie por la calle. Bueno, eso haría que el paseo fuera más tranquilo y relajante.

El silencio que la rodeaba sólo era roto por el ruido de sus pisadas contra el pavimento y el eco que producían en la calle desierta.

Al cabo de una hora decidió que ya tenía que volver a casa. La caminata le había despejado las ideas, había podido pensar con claridad y relajarse. Olvidarse de toda la tensión que la había originado la conversación con Derek.

Ahora tenía otro problema por delante. Tenía que armarse de valor y acudir a la cita con su vecino, la cual había aceptado. Le daba una vergüenza horrible pero, sacando fuerzas de lo más profundo de su ser, antes de volver a su casa se desvió para acercarse a la de su vecino. Se colocó frente a la puerta, respiró hondo y llamo al timbre.

Las manos le sudaban y no paraba de echar el pecho a un pie y a otro haciendo que su cuerpo se balanceara y acrecentara su nerviosismo.

La puerta se abrió al fin y su vecino apareció tras ella vestido con un chandal gris y el pelo recogido en una coleta baja, de la cual se escapaban algunos mechones, los cuales le caían por la cara y le daban un aire despreocupado y a la vez muy sexy.

- Hola Lis – dijo un poco sorprendido - ¿Quieres pasar?

- No, no… solo venía a preguntarte cuando te viene bien quedar… - sus mejillas se tiñeron de rojo.

- ¿Tomamos mañana un café después de comer?

- Vale pues… mañana nos vemos.

- Lo estoy deseando.

Y tras esas palabras cerró la puerta.

Mañana entonces…

Fin del capítulo 66

miércoles, 14 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 65: ¿AMIGOS OTRA VEZ?

Suena el despertador. Lis, confusa y desorientada, se viste, coge sus cosas y se va a clase. Una vez allí hace lo posible para prestar atención y no pensar en varias cosas que le rondan por la cabeza. Cuando llegó la hora del recreo las amigas de Lis se quedaron en la biblioteca pues tenían que acabar un trabajo por lo que ella se sentó sola en un banco al aire libre.

- Hola, veo que estás sola. ¿Puedo sentarme? – le dijo una voz conocida a su espalda.

- Hola Derek e…- como no le iba a dejar sentare, le parecía mal después de todo lo que había pasado – claro, siéntate.

- ¿Y eso que no estás con tus amigas?

- Están haciendo un trabajo.

- Entiendo.

- Oye Derek… ¿por qué me hablas?

- ¿Perdona? – la incredulidad y la sorpresa impregnaron su voz.

- Es que no entiendo que me hables después de cómo acabó lo que había entre nosotros.

En este punto de la conversación Lis estaba sentada frente a Derek con las piernas cruzadas y las manos juntas reposándolas en los tobillos. Él estaba sentado ligeramente vuelto hacia Lis para poder verla pero totalmente envarado por la tensión del momento. Derek tomó aire, se retiró el pelo de la cara y habló.

- Porque me caes bien.

- - ¿Sólo por eso? – Lis no se creía que después de todo lo que paso solo aspirar a eso.

- No. Porque se que tarde o temprano volverás a mi lado.

Lis se quedó con la boca abierta.

- No estés tan seguro – acertó a decirle.

Derek se acercó a ella y le dijo al oído.

- Tu elección te fallará.

Derek se levantó del banco y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Ella la tomó pues era incapaz de resistirse a la amabilidad que desprendían sus ojos marrones.

- Entonces volvemos a ser amigos ¿no?

- Supongo que se podría probar… ¡Pero sin intentar ser nada más!

- Vale, vale – dijo Derek mientras levantaba las manos en señal de paz.

La sirena sonó por lo que los dos entraron a clase y se sentaron en sus mesas. Lis no se enteró de nada de las últimas clases. Estaba dándole vueltas a lo que le acababa de pasar. Era consciente de que su relación había acabado y que él se lo había tomado mal pero quizá era cierto que sólo pretendía ser su amigo. Es posible que lo haya olvidado todo y la haya perdonado. ¿Había echo bien en aceptar su posición? ¿O había sido todo un error y tendría que haberlo alejado de ella definitivamente? No tenía las respuestas a aquellos interrogantes pero lo que í sabía era que se sentía my cómodo a su lado y que esta vez sería egoísta y que para que esa calma no desapareciera le mantendría a su lado.

Fin del capítulo 65

viernes, 9 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 64: INVITACIÓN

Hoy es lunes, empieza la semana y por lo tanto también lo hacen las clases. Tras un día monótono y sin ningún acontecimiento fuera de lugar por fin ha llegado la hora de volver a casa. Se despidió de sus amigas, se colgó la mochila al hombro y se encaminó hacia su casa. Cuando pasó por la casa donde la tarde anterior había visto meterse a su nuevo vecino se detuvo delante de ella para observarla. Era grande, con dos amplios ventanales a cada lado de una puerta de madrea oscura con un tirador dorado. La fachada era granate y el tejado a dos aguas del mismo color pero un par de tonos mas claro. Una casa con una pinta bastante acogedora.

Tan ensimismada estaba mirando el edificio y recorriendo sus formas que no oyó como su vecino se acercaba a ella por detrás y se situaba a su lado.

- Hola

Lis se volvió sobresaltada.

- Hola... – un rubor rojo cubre sus mejillas.

- ¿Te gusta? – le preguntó al percatarse de que estaba mirando su casa

- Es muy…. Bonita… - ¿Qué se supone que tenía que decir?

- Perdona ayer no me presenté. Me llamo Paolo.

- Yo Lis. Vaya, no tienes un nombre muy común,

- No la verdad que no. Mis padres son italianos de ahí mi nombre.

Y esbozó una amplia sonrisa dejando al descubierto unos dientes perfectos, a la que Lis respondió con otra.

- Bueno si quieres podemos quedar y así te enseño la casa… ¿Te apetece? – le propuso Paolo mientras hacia un gesto con la mano indicándole la entrada de su casa.

- Tal vez otro día, cuando tenga menos cosas que hacer. Nos vemos. – se excusó Lis.

- Vale, nos vemos.

Y Lis se marchó rápidamente a su casa. ¡Qué vergüenza! Y además había accedido a quedar un día con él, peor bueno al menos no le había dicho que si al momento. Así no daba la impresión de estar tan interesada.

**

Paolo estaba en el sofá de su casa cómodamente sentado y dando buena cuenta de una copa de vino mientras disfrutaba de su película favorita.

No sabía por qué pero su vecina le atraía. No estaba seguro de lo que quería hacer con ella o del o que le atraía pero por lo pronto esperaba que no tardara mucho en aceptar su invitación. Tenía curiosidad.

**

Lis estaba echada en la cama, intentando conciliar el sueño. La curiosidad la mantenía en vilo y sabía que no sería capaz de resistirse mucho tiempo a la invitación de Paolo.

Fin del capítulo 64

jueves, 8 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 63: UN NUEVO VECINO

Cuando acabaron Dmitri se apartó de Lis para permitir que ésta se incorporara. Lis se subió los pantalones y levantó la vista para encontrarse con que Dimitri la estaba mirando. Había recostado la espalda contra la pared, los brazos cruzados sobre el pecho y el pelo ligeramente alborotado. Estaba fantástico, como un modelo que esta posando para un anuncio.

- ¿Te a gustado? – le preguntó a Lis mientras arqueaba la mitad de la boca para esbozar una sonrisa torcida que resultaba de lo más sugerente.

- Todo se puede mejorar – le contestó ella pícaramente para intentar pincharlo.

- Entonces – dijo mientras la sujetaba por la cintura y la traía hacia él – cuando quieras lo comprobamos.

Lis se emocionó ante la perspectiva de volver a quedar los dos solos.

Después emprendieron la marcha de vuelta a sus casas pues pronto iba a ser la hora de cenar. Cuando llegaron a la plaza en la que estaba ubicada el bar Dimitri se paró y tomó la palabra.

- Te acompañaría a casa preciosa pero tengo que llegar rápido a la mía. Nos vemos.

Y diciendo esto le dio un cachete en el culo a modo de despedida y se alejó de allí a paso vivo por otra dirección. Lis, por lo tanto, se encaminó sola hacia su casa. Iba mirando al suelo sumergida en sus pensamientos cuando chocó contra alguien que llevaba una caja en las manos, la cual cayó al suelo y unos cuantos libros quedaron esparcidos por el suelo.

- Pe… perdona no te había visto – se apresuro ha disculparse Lis y empezó a ayudar a recoger los libros.

Pero cuando levantó la vista para devolvérselos se quedó anonadada. Era un chico joven pero mayor que ella. Tenía el pelo castaño que le llegaba un par de palmos por debajo de los hombros, ojos azules y era el hombre más guapo que había conocido nunca. Cuando se incorporaron puedo ver su complexión atlética y su porte refinado. Iba vestido con un pantalón de deporte negro y una camiseta de tirantes gris que marcaba el contorno de sus pectorales.

- No te preocupes – su voz era grave y varonil – a sido un accidente.

Lis se sonrojó. Saco las llaves y cuando tras despedirse con un escueto adiós se disponía a entrar en su casa volvió a escuchar la voz del joven tras ella.

- Vaya, veo que somos vecinos. Bueno, entonces nos volveremos a ver. Adios.

Y Lis se quedó allí, con las llaves en la mano a punto de meterlas en la cerradura, viendo como se metía en una casa situada a unos cuantos metros de distancia, desconcertada. Vaya, no sabía que alguien hubiera alquilado aquella casa. En ese caso, estaba esperando volver a ver a su nuevo vecino.

Y la situación no se haría esperar…

Fin del capítulo 63

miércoles, 7 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 62: VAMOS A DAR UNA VUELTA

A las dos horas de estar allí los cuatro juntos Marta y Bea comenzaron a sentirse incómodas. No sabían que decir así que optaron por marcharse y dejarles solos. Así que farfullando un par de disculpas estúpidas se marcharon de allí.

- Ahora que nos han dejado solos… - decía Dimitri mientras miraba de forma sugerente a Lis – podríamos ir a dar una vuelta…

Lis se quedó como hipnotizada por sus ojos verdes y accedió inmediatamente. Dimitri la sujetó por la cintura y los dos se marcharon del bar. Caminando sin rumbo fijo llegaron a las calles más lejanas, aquellas por las que casi nunca pasa nadie debido a su distancia con el núcleo urbano.

- Vamos a sentarnos en ese portal – dijo Dimitri.

Era un portal con un escalón que se levantaba a un palmo del suelo por lo que era cómodo para sentarse y tenía sendos muretes a los lados los cuales tapaban las esquinas del portal y tras los cuales podías ocultarte si estabas sentado debido a su pequeña altura. El suelo estaba hecho de mármol blanco y las paredes era de piedra negra.

Lis y Dimitri se sentaron en una de las esquinas, ocultos tras el muro. Dimitri posó sus manos en ambos lados de la cara de Lis y con rudeza la acercó hacia ella y comenzó a besarla como si el tiempo se le escapara rápidamente. Al poco tiempo sus manos se deslizaron a sus pechos, apretándolos con fuerza. Mordiendo luego su cuello y pellizcándole los pezones a través del sujetador. Parecía que Dimitri tenía unas ganas enfermizas y brutales por poseerla en ese mismo instante. Su ímpetu era demasiado exultante y en algunas ocasiones sus caricias eran demasiado fuertes.

- Para… aprietas muy fuerte… - le dijo Lis con una mezcla de placer y dolor en su voz.

- Que pasa, que no te gusta ¿o que? – A Dimitri le había molestado la objeción de Lis.

- No, no es eso…

- Pues entonces ya está.

Dimitri se levantó bruscamente, la agarró de la mano e hizo que ella también se levantara, le bajo los pantalones y la ropa interior. La situó frente al murete, con su pecho apoyado contra la fría piedra y empezó a penetrarla.

Las embestidas eran salvajes, como las de una fiera desbocada. Lis, aunque tenía miedo de que alguien pasara y los viera, estaba disfrutando a la vez por el morbo que le daba la situación. Los gemidos no tardaron en aparecer.

A Dimitri la situación le encantaba. Estaba practicando sexo en un lugar en el cual le podía pillar y además estaba dominando a una preciosa pelirroja que le encantaba…

Fin del capítulo 62

miércoles, 31 de agosto de 2011

CAPÍTULO 61: DE VUELTA AL BAR

La noche pasó sin ningún contratiempo ni mal sueño. Cuando se despertó era bien entrada la mañana y sus padres ya habían comido por lo que ando a sus anchas por la cocina.

Por la tarde quedó con sus amigas para tomar algo en el mismo bar en el que había estado la noche anterior. Ellas le preguntaron qué había pasado cuando se fue con Dimitri y ésta se lo contó todo pero pasando por alto el detalle de que había aparecido Alex.

- ¿Con quién te fuiste a casa anoche? Porque me han contado que alguien te llevo en moto… - preguntó Marta con una voz de lo más inocente.

- Con… Derek…

- ¡¿Qué?! – Exclamaron sus dos amigas al unísono y sorprendidas por igual.

- Pues cuando fui a entrar en casas y se me lanzó…

- ¿Y tú que hiciste? – preguntó Bea.

- ¿Yo? Pues que voy ha hacer, entre en mi casa y punto. Ya os dije que no quiero saber nada más de él.

- Pues no se nota por que bien que accediste a que te llevara a casa… - le pincho Marta.

- Oye que yo no os he contado todo esto para que me acuséis así. Si vuelve a pasar le pondré las cosas claras otra vez.

- Vale, vale – dijeron las dos mientras levantaban las manos como si las estuvieran atacando.

- Pues… hablando de tus ligues por ahí viene uno de ellos.

Lis volvió la cabeza y vio como Dimitri se acercaba hacia ellos.

- Hola chicas – las saludó con su sonrisa más cálida. El sol arrancaba destellos dorados de su pelo rubio. - ¿Os importa que me siente?

Hasta entonces no fueron conscientes de la atracción magnética de sus ojos verdes como la esmeralda y tan profundos como un bosque inmenso. Como era de esperar ninguna de ellas puso objeciones para que se sentara. Él escogió la silla libre que había junto a Lis. Nadie sabía de que hablar así que la conversación fue entrecortada y versó sobre las cosas más triviales que encontraron. En un momento dado Marta y Bea se fueron al baño y los dejaron solos. Dimitri posó sus labios en el cuello de Lis y le dio un pequeño mordisco. A ésta un escalofrió le recorrió todo el cuerpo ante ese contacto fortuito.

- Anoche me lo pase muy bien – le susurró Dimitri al oído – me muero de ganas por repetirlo. – Y le pellizco un pezón justo antes de que sus amigas volvieran del baño y se sentaran nuevamente a la mesa.

Oleadas de calor recorrían el cuerpo de Lis cada vez que miraba a Dimitri a los ojos y veía lo que deseaba hacer con ella.

Fin del capítulo 61

jueves, 25 de agosto de 2011

CAPÍTULO 60: ¿A QUE HA VENIDO ESO?

Cuando terminó de complacerle Alex se despidió de Dimitri y se marchó. Lis se quedó sentada en el banco aturdida por lo que había pasado y porque el efecto del alcohol estaba desapareciendo. Dimitri se acercó a ella, le tomó la cabeza entre las manos y la besó, realizando así un gesto bastante inusual en él.

- Has estado muy bien preciosa – le dijo con una sonrisa en los labios.

Lis s limitó a asentir como única respuesta. Luego los dos volvieron al bar y ella se reunió con sus amigas, las cuales se encontraban el mismo sitio donde las dejó.

De vez en cuando volvía la cabeza para observar a Dimitri que estaba recostado en la barra tomando cerveza con otros chicos y parecía totalmente ajeno a aquellas miradas.

Así permaneció una hora hasta que Lis decidió que le dolían demasiado los pies como para continuar bailando así que se despidió de sus amigas y salió del bar. Una vez fuera se quitó los zapatos y cuando emprendía la marcha hacia su casa notó que alguien le tocaba el hombro con el objetivo de llamar su atención.

Giró lentamente sobre sus talones para ver quien era y se quedo boquiabierta. Pensaba que sería Dimitri, que la había visto salir del bar y querría acompañarla o decirle algo pero… vaya… no era él precisamente…

Los brillantes ojos marrones contrastaban con su pelo largo y negro.

- Hola Lis. ¿Qué tal estas?

- De…Derek – tartamudeó por la sorpresa- Bien… ¿tú?

- He estado mejor… Por lo que veo te duelen los pies – dijo tras echar una mirada a la mano en la que portaba los zapatos -. He venido con la moto, si quieres te llevo.

Lis estaba paralizada. ¿A que venía tanta amabilidad? Le había rechazado y le parecía raro que le hablara de una forma tan amigable. Pero pese a todo le dolían los pies tanto que todo eso le daba igual.

- Claro, me encantaría – le respondió con la mejor de sus sonrisas.

Derek la llevó hacia el lugar donde estaba aparcada la moto, se montaron en ella y en menos de diez minutos habían llegado a su destino. Primero bajó él y después la ayudo a bajar a ella. La acompaño hasta la puerta donde los dos se detuvieron mientras Lis buscaba las llaves.

- Gracias por traerme – dijo Lis mientras metía la llave en la cerradura.

- A sido un placer – le contestó él con cierto matiz oculto en la voz que no logró descifrar. – Nos vemos otro día.

E inesperadamente posó sus labios sobre los de lis y sin que ha ésta le diera tiempo a reaccionar montó en su moto y se fue.

¿A que ha venido eso? Se preguntaba atónita Lis mientras veía como la moto desaparecía de la calle.

viernes, 19 de agosto de 2011

CAPÍTULO 59: PASIÓN EN EL PARQUE



Una vez llegados al parque se sentaron en un banco, el cual estaba parcialmente oculto tras unos setos de dimensiones considerables y dotados de unas flores blancas que llenaban con su olor el ambiente.

Ella cruzó las piernas y se agarró al asiento. La cabeza le daba vueltas. Él se sentó junto a ella con la espalda apoyada en el respaldo y ligeramente inclinado para así poder verla. Cogió el móvil, mandó un sms y se acomodó todo lo cerca que puedo de Lis.

Comenzó a acariciarle los labios con los dedos para luego hacer lo mismo con sus pechos. Ella empezó a acariciarle la entrepierna, le sacó el miembro de los pantalones y le masturbaba mientras él le daba pequeños azotes. Dimitri agarró a Lis por la nuca y fue empujándola hacia su miembro poco a poco para acabar introduciéndoselo en la boca sin dejar de apartar su mano para atsi poder llevarle el ritmo. Su boca subía y bajaba lentamente, llegando hasta el fondo de la garganta y demorándose en la puta con la lengua. Al cabo del rato Dimitri hizo que se levantara, la puso frete a él, le metió las manos por debajo de la falda y le quitó el escueto tanga que estaba totalmente empapado. Lo apartó a un lado, se bajó los pantalones y le hizo un gesto a Lis para que se sentara encima de él. Ella le agarró el miembro, lo dirigió hacia el suyo y sentándose lo introdujo en su interior. Los dos se besaban y movían frenéticamente, gemían salvajemente…

En ese momento de pasión apareció Alex como consecuencia al sms que había recibido de su amigo. Se acercó y se quedó mirando a Lis mientras ésta saltaba encima de Dimitri ajena a todo.

- Veo que te has conseguido una buena tía – le dijo Alex

Lis se sobresaltó al oír una voz tras de sí pero al momento le dio igual pues estaba demasiado cómoda y borracha como para darle importancia.

- Yo acabo enseguida. ¿Te apetece probarla?

- Ufff.....… viendo como se mueve me encantaría.

Alex se sentó en el otro lado del banco y comenzó a masturbarse mientras los miraba.

Dimitri comenzó a gemir y llegó al orgasmo. Lis se levantó y se quedó mirando a Alex atontada.

- Vamos preciosa no le hagas esperar – la alentó Dimitri.

Y Lis obedeció.

Fin del capítulo 59


martes, 9 de agosto de 2011

CAPÍTULO 58: ENCUENTRO

Era sábado por la mañana y Lis había quedado al fin con sus amigas para ponerlas al día y contarles los planes que tenía para la noche. Lis tuvo que soportar las quejas de sus amigas ante la “ruptura” con Derek pues le prefería a él mil veces. Pero al final aceptaron su decisión a regañadientes y también acompañarla en el bar hasta que Dimitri apareciera.

Cuando todo estuvo decidido Lis se marchó a casa a comer. La tarde paso lenta y tediosa como si la noche nunca quisiera llegar. Todavía quedaban tres horas para salir de casa pero Lis decidió que empezaría a arreglarse lentamente pues no podía esperar más tiempo sin hacer nada.

Tras mucho pensar y darle vueltas al armario escogió un vestido ajustado blanco con escote en pico y una falda que le cubría hasta un palmo por encima de la rodilla. Para calzarse se había decantado por unos zapatos de tacón alto blancos con plataforma delantera. Su larga cabellara roja caía libremente como una cascada sobre su espalda.

El sonido del timbre marcó el final de la dichosa espera. Abrió la puerta y allí estaban sus amigas. Una vez reunidas las tres se dirigieron al bar de la plaza.

Una vez allí fueron a la barra, se pillaron unas cervezas y cogieron sitio en la pista de baile.

Al cabo de una hora los efectos de la bebida comenzaban a notarse pues se habían bebido ya unos cuantos cubatas.

De repente unas manos agarraron a Lis por la cintura y unos labios mordieron juguetonamente su cuello.

Las piernas le temblaron ante aquel roce inesperado. Ella se giró para ver al dueño de esas manos y esos labios. Por fin había llegado.

- Perdonad guapas pero me la llevo – dijo dirigiéndose a las amigas de Lis -. Esta noche es mía.

Dimitri se llevó a Lis al extremo más apartado de la barra. Comenzó a juguetear con un mechón pelirrojo, atrapándolo entre sus dedos. Luego se acercó a ella y la besó. Mientras los dos estaban fundidos en ese beso Dimitri le acariciaba con una mano el culo y con la otra uno de sus pechos. Los dos permanecían ajenos a la gente que tenían a su alrededor y parecía no importarles que les pudieran ver.

El ambiente iba caldeándose cada vez más y los tocamientos se intensificaban.

Ella le agarraba del paquete mientras le mordía el cuello y él acariciaba sus pechos y su sexo simultáneamente.

- Me encanta que te pongas tan caliente cuando estás conmigo.

Lis no podía contestar, su mente estaba saturada entre el alcohol que había ingerido mientras le esperaba y la excitación.

- Ven, vamos al parque que hay aquí al lado y así te doy lo tuyo…

Fin del capítulo 58