Cuando terminó de complacerle Alex se despidió de Dimitri y se marchó. Lis se quedó sentada en el banco aturdida por lo que había pasado y porque el efecto del alcohol estaba desapareciendo. Dimitri se acercó a ella, le tomó la cabeza entre las manos y la besó, realizando así un gesto bastante inusual en él.
- Has estado muy bien preciosa – le dijo con una sonrisa en los labios.
Lis s limitó a asentir como única respuesta. Luego los dos volvieron al bar y ella se reunió con sus amigas, las cuales se encontraban el mismo sitio donde las dejó.
De vez en cuando volvía la cabeza para observar a Dimitri que estaba recostado en la barra tomando cerveza con otros chicos y parecía totalmente ajeno a aquellas miradas.
Así permaneció una hora hasta que Lis decidió que le dolían demasiado los pies como para continuar bailando así que se despidió de sus amigas y salió del bar. Una vez fuera se quitó los zapatos y cuando emprendía la marcha hacia su casa notó que alguien le tocaba el hombro con el objetivo de llamar su atención.
Giró lentamente sobre sus talones para ver quien era y se quedo boquiabierta. Pensaba que sería Dimitri, que la había visto salir del bar y querría acompañarla o decirle algo pero… vaya… no era él precisamente…
Los brillantes ojos marrones contrastaban con su pelo largo y negro.
- Hola Lis. ¿Qué tal estas?
- De…Derek – tartamudeó por la sorpresa- Bien… ¿tú?
- He estado mejor… Por lo que veo te duelen los pies – dijo tras echar una mirada a la mano en la que portaba los zapatos -. He venido con la moto, si quieres te llevo.
Lis estaba paralizada. ¿A que venía tanta amabilidad? Le había rechazado y le parecía raro que le hablara de una forma tan amigable. Pero pese a todo le dolían los pies tanto que todo eso le daba igual.
- Claro, me encantaría – le respondió con la mejor de sus sonrisas.
Derek la llevó hacia el lugar donde estaba aparcada la moto, se montaron en ella y en menos de diez minutos habían llegado a su destino. Primero bajó él y después la ayudo a bajar a ella. La acompaño hasta la puerta donde los dos se detuvieron mientras Lis buscaba las llaves.
- Gracias por traerme – dijo Lis mientras metía la llave en la cerradura.
- A sido un placer – le contestó él con cierto matiz oculto en la voz que no logró descifrar. – Nos vemos otro día.
E inesperadamente posó sus labios sobre los de lis y sin que ha ésta le diera tiempo a reaccionar montó en su moto y se fue.
¿A que ha venido eso? Se preguntaba atónita Lis mientras veía como la moto desaparecía de la calle.
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