Atrapados por la novela

Debido a la falta de tiempo no puedo subir capítulo todos los días, el nº de ellos dependerá de la semana. Gracias a todos.

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martes, 25 de octubre de 2011

CAPÍTULO 71: APETITOS SACIADOS

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Paolo estaba contemplando la escena sentado frente a ella sin apenas moverse pero disfrutaba como un niño pequeño con un caramelo. Nunca antes había tenido a una chica en su cama dispuesta ha hacer lo que Lis había hecho. Y eso le excitaba mucho.

Lis, una vez que hubo terminado se incorporó y se quedó mirándole fijamente a los ojos. Sin apartar aquella mirada feroz y lasciva se levantó de la cama y se puso de rodillas para estar a su altura y le rozó los labios con la punta de sus dedos para que saboreara el orgasmo que acababa de derramarse sobre sus sábanas.

Él ante aquel roce dejó su impasividad atrás y pasó a la acción. Posó una de sus manos en el hombro de Lis para evitar que se levantara mientras que con la otra empezó a bajarse la cremallera de los negros vaqueros.

Lis reacciono ante ese gesto apartándole las manos y adueñándose ella de la acción, desabrochando los botones y bajándole los pantalones la medida justa para dejar su miembro al descubierto.

Con su lengua recorrió su miembro desde la base hasta la punta, deteniéndose ahí para atraparla entre sus labios y apretarlo suavemente. Después valiéndose de sus dientes rozó suavemente su glande haciendo que Paolo se estremeciera. Luego abrió bien la boca y se introdujo el miembro por completo.

Paolo posó sus manos sobre la cabeza de Lis para no dejar que se apartara cada vez que él levantara su pelvis de la silla y le introdujera su miembro tan profundamente que llegara a tocarle el fondo de la garganta. Con cada acometida a Lis le lloraban los ojos y casi le faltaba el aire pero a él le resultaba extremadamente placentero y gemía cada vez que notaba que llegaba hasta el fondo.

Al tiempo Lis sintió como la presión que ejercían las manos de Paolo se desvanecía poco a poco pero sin llegar a ser tan floja como para que ella pudiera liberarse y entonces fue cuando él derramó todo su orgasmo en su boca.

Por fin los dos habían terminado y su apetito se había disipado. Todo volvía a la calma.

Fin del capítulo 71

martes, 18 de octubre de 2011

CAPÍTULO 70: SENTADA EN EL BORDE DE LA CAMA

♦♦

Paolo la tomó por las muñecas y la dirigió a su cama para que se sentara. Él cogió la silla y del escritorio, la situó frente a ella y se sentó.

Lis estaba nerviosa debido a la situación en la que se encontraba, pero a la vez, le daba mucho morbo. No había albergado ningún pensamiento referido a liarse con su vecino pero por alguna razón no había podido resistirse a espiarle y ahora tampoco había impedido que la llevara hasta su cama. Pensaba que al ser Paolo mucho mayor que ella no tendría ningún interés en ella pero parecía que no era así. Por eso iba a aprovechar la situación y le daría lo que quería.

Se acomodó en el borde de la cama, abrió lentamente las piernas y apoyándose con su mano izquierda echo un poco su cuerpo hacia atrás. Hacía todo esto sin dejar de mirarle a los ojos. Lis se echo la melena hacia atrás y comenzó a acariciarse el cuello con la mano que le quedaba libre. Luego siguió acariciando sus pechos, apretándolos levemente y haciendo círculos alrededor de sus pezones.

A pesar de que Lis no se había quitado prenda alguna la visión resultaba de lo más excitante. Paolo seguía sentado en la silla, con la espalda recostada y las manos sobre las piernas. Parecía de lo mas tranquilo pero estaba tremendamente excitado.

Lis siguió con lo que estaba haciendo y ahora su mano recorría sus muslos y de vez en cuando rozaba su sexo. De repente se levantó y acercándose a Paolo se despojó de sus pantalones y de su ropa interior.

Él acercó una de sus manos a ella para acariciarle el vientre. Parecía absorto ante aquella imagen.

Lis sonrió y volvió a sentarse en la cama pero esta vez abrió las piernas todo lo que puedo para dejar su sexo completamente al descubierto y que él pudiera observarlo bien.

Y entonces empezó a masturbarse. Sus dedos salían y entraban de su sexo frenéticamente haciendo que éste se humedeciera cada vez más. Gemía cada vez que sus dedos la penetraban.

Paolo estaba cada vez más caliente y su miembro estaba duro como una piedra, haciéndole presión contra el pantalón. Comenzó a tocarse el bulto de su entrepierna sin dejar de quitarle los ojos de encima a su acompañante.

Ella esta a punto de llegar al orgasmo pues el saber que la estaban observando era un gran aliciente. Los gemidos eran cada vez mayores y más fuertes. Pequeños espasmos recorrían todo su cuerpo indicando que el orgasmo estaba cerca. Éste salio con fuerza de su interior empapando sus muslos y las sábanas de la cama.

Pero la cosa todavía no había terminado.

Fin del capítulo 70

jueves, 13 de octubre de 2011

CAPÍTULO 69: OBSERVANDO TRAS LA PUERTA

Intentó subir las escaleras lo más lenta y silenciosamente posible para que él no se percatara de su presencia. Cuando llegó al final de las escaleras se encontró ante un pasillo decorado con varios cuadros muy similares a los que había en el salón. Las paredes era de color crema y había varias puertas a lo largo del pasillo, todas cerradas excepto una.

Lis se acercó sigilosamente hacia la puerta entreabierta, se situó detrás de ella y se asomó.

Era una habitación amplia, de color azul claro. En su interior había un escritorio y un armario de madera en el lado derecho y en el izquierdo una cama y en la pared una ventaba que daba a la calle.

Paolo estaba en medio de la estancia, de espaldas a la puerta, quitándose la camiseta manchada.

Lis observaba detenidamente como la camiseta sucia se deslizaba por el cuerpo de Paolo. Para ella la escena ocurría a cámara lenta. Se deleitaba recorriendo con sus ojos la musculosa espalda de su vecino. Éste se acercó al armario para coger una camiseta limpia. Una vez con ella en la mano se volvió hacia la puerta. Lis se sobresaltó ante aquel movimiento pero parecía ser que Paolo no se había dado cuenta de que ella estaba allí así que siguió observándole. Pero ahora la vista era mucho mejor pues podía verle de frente y deleitarse con su pecho musculoso y bien delineado.

Lis comenzaba a sentir un calor latente entre sus piernas mientras le observaba. Un calor repentino se estaba apoderando de ella poco a poco. Su mano derecha se había deslizado hacia el foco del calor y estaba comenzando a rozarse sin darse cuenta, como si eso fuera una respuesta involuntaria ante el estímulo visual al que estaba siendo expuesta. Como consecuencia su respiración comenzó a agitarse y acabó delatándose.

Paolo comenzó a oír algo parecido a jadeos detrás de la puerta por lo que dejando la camiseta que se iba a poner encima de la cama se acercó hacia donde provenían los ruidos pero antes de llegar se paró.

- ¿Lis eres tú?

En ese momento Lis salió de su ensimismamiento y una vergüenza tremenda comenzó a apoderarse de ella tiñendo sus mejillas de rojo.

- Si… soy, soy yo…

-

Paolo abrió la puerta y la invitó a acercarse a él con un gesto. Lis dudo un par de segundos pero finalmente se acercó.

- ¿Me estabas mirando mientras me cambiaba? – la fuerza con la que le miraban sus ojos azules la hipnotizaba y respondía sin pensar, sin poder mentir.

- Si.

- ¿Y estabas disfrutando?

- Si.

- ¿Estas excitada?

- Si

- Ummm… entonces… ¿quién soy yo para interrumpirte?

Y Paolo esbozó una sonrisa pícara e intrigante…

Fin del capítulo 69

martes, 11 de octubre de 2011

CAPÍTULO 68: CAFÉ ACCIDENTADO

La calidez que trasmitía aquella casa tan acogedora tranquilizaba a Lis. Al cabo de un par de minutos Paolo volvió al salón y se sentó junto a ella. Se dedicaron ha hablar de cosas triviales por lo que fue una conversación ligera y cómoda. Así Lis pudo relajarse del todo.

En ese momento la cafetera comenzó a hacer ruido indicando así que el café ya estaba listo. Paolo se levantó y de camino a la cocina pregunto a Lis:

- ¿Cómo quieres el café?

- Con leche por favor.

Y desapareció tras la puerta de la cocina para volver al poco con una bandeja en las manos para poder llevar más cómodamente las cosas al salón. Dejó la bandeja en la mesita de cristal y sirvió el café.

- Gracias por aceptar mi invitación, pensaba que no vendrías la verdad – dijo mientras se llevaba la taza a los labios.

- ¿Por?

- Por miedo – contestó mientras se recostaba en el sofá.

Estaba guapísimo pensó Lis en ese momento, vestido con una Camiseta blanca ajustada y unos vaqueros negros. Además la melena le caía por los hombros dándole un atractivo que no conseguiría con el pelo corto. Y encima la miraba con esos ojos azules que le hacía perder la concentración.

- Yo no tengo miedo – sentenció Lis.

- De acuerdo – aceptó Paolo y se acercó a Lis. – Bueno y ¿qué tal te va con los chicos? Supongo que no te faltarán pretendientes.

- ¿Y que te hace pensar eso? – preguntó con una sonrisa.

- Que eres muy guapa.

Al soltar aquella frase Lis soltó una risa nerviosa y comenzó a manotear. Al hacer eso golpeó la taza que Paolo llevaba en la mano y que el café que quedaba en su interior se derramara sobre el pecho de su vecino dejando una marca marrón en su camiseta blanca impoluta.

- Yo, yo… perdona, lo siento… - apresuro a disculparse Lis mientras cogía una servilleta de la mesa para intentar limpiarle.

- Tranquila, no te preocupes, ha sido un accidente. Será mejor que vaya a cambiarme. Ahora vuelvo.

Paolo se levantó del sofá y se encaminó hacia el pasillo desapareciendo por las escaleras que había al final de éste.

Lis se quedó en el salón pero le pico la curiosidad. ¿Y si subía ella también?

Fin del capítulo 68

viernes, 7 de octubre de 2011

CAPÍTULO 67: BIENVENIDA A MI CASA

Como otro día de escuela Lis sigue con su rutina habitual la cual sólo se ve alterada por un pequeño detalle. Al volver de clase tira la mochila sobre el suelo del salón y come tan deprisa que parece que en lugar de masticar engulle. Una vez acabado el postre recoge su mochila y sube a su cuarto. Una vez allí se despoja de sus ropas y se dirige al baño para abrir el grifo del a bañera y que el agua se caliente. Mientras espera se sitúa frente al espejo para observar su cuerpo desnudo bajo la tenue luz del os focos del baño.

Una vez que se ha calentado se mete en la bañera. El agua tibia que resbala por su cuerpo relaja sus músculos y los desentumece. El champú desenreda sus cabellos anaranjados. Masajea su cabeza para lavarse el cabello, lo hace con suavidad aunque concienzudamente pues no puede demorarse mucho o llegará tarde a la cita.

Una vez aclarado se coloca una toalla en el pelo y se pone un albornoz blanco para salir de la ducha. Coge su secador del mueble que tiene a su derecha y despojándose de la toalla comienza a secarse el pelo. Cuando termina lo recoge y vuelve a su cuarto a vestirse. Como han quedado para tomar un café en casa escoge unos pantalones vaqueros, una camiseta escotada de manga corta gris y unas deportivas negras. Sencilla y cómoda.

Coge el móvil, las llaves y sale de casa.

Recorre lentamente el corto tramo que separa las dos casas, intentando así tardar el mayor tiempo posible. Los nervios empiezan a hacer su aparición. Y es que ¿a quién no le pondría nervioso acudir a la casa de un vecino al que apenas conoce?

Al fin llega a su casa y toca el timbre. En cuestión de segundos la puerta se abre y cruza el umbral.

- Bienvenida a mi casa – le dice amablemente a modo de saludo.

- Gracias – contesta ella con una sonrisa.

Su casa es de lo más sencilla y acogedora. Nada más entrar hay un pequeño recibidor con una mesa, un paragüero y un jarrón de pie con unas flores malvas. Después, un espacioso salón en el que hay un sofá de tres plazas color crema y dos sillones a juego. Delante de ellos hay una mesa baja de cristal y una televisión de plasma en el mueblo que hay enfrente pegado a la pared. También hay una mesa grande de madera a un lado de la estancia rodeada de grandes sillas. Las paredes son de un color naranja muy claro y están decoradas con fotografías de paisajes toscanos. Al fondo se puede ver un pasillo con varias puertas y una escalera al fondo. El suelo es de madera de un tono claro.

- Bonita casa.

- Gracias, es bastante sencilla, todavía no me ha dado tiempo a decorarla por completo. Adelante, toma asiento mientras yo voy a poner la cafetera.

Paolo desapareció por una de las puertas del pasillo y Lis se sentó en el sofá a esperarle.

Fin del capítulo 67

miércoles, 5 de octubre de 2011

CAPÍTULO 66: INTENTAR DESPEJAR LA MENTE

Cuando las clases acabaron Lis se sintió aliviada pues no tendría que ver a Derek hasta el día siguiente y podría ir a casa y relajarse. Una vez que hubo terminado de comer se tumbó en el sofá a ver la televisión hasta que sin darse cuenta se quedó dormida. A las dos horas se despertó y decidió irse a dar un paseo para ver si se despejaba.

Salió de casa y la suave brisa que se había levantado alborotó levemente sus cabellos, desordenándoselos y poniéndoselos por la cara. A Lis no le importó pues precisamente era ese ligero soplo de viento el objetivo de su paseo. Decidió que con dar un rodeo por su calle y las de alrededor sería suficiente. A pesar de que fuera un lunes por la tarde no se veía a casi nadie por la calle. Bueno, eso haría que el paseo fuera más tranquilo y relajante.

El silencio que la rodeaba sólo era roto por el ruido de sus pisadas contra el pavimento y el eco que producían en la calle desierta.

Al cabo de una hora decidió que ya tenía que volver a casa. La caminata le había despejado las ideas, había podido pensar con claridad y relajarse. Olvidarse de toda la tensión que la había originado la conversación con Derek.

Ahora tenía otro problema por delante. Tenía que armarse de valor y acudir a la cita con su vecino, la cual había aceptado. Le daba una vergüenza horrible pero, sacando fuerzas de lo más profundo de su ser, antes de volver a su casa se desvió para acercarse a la de su vecino. Se colocó frente a la puerta, respiró hondo y llamo al timbre.

Las manos le sudaban y no paraba de echar el pecho a un pie y a otro haciendo que su cuerpo se balanceara y acrecentara su nerviosismo.

La puerta se abrió al fin y su vecino apareció tras ella vestido con un chandal gris y el pelo recogido en una coleta baja, de la cual se escapaban algunos mechones, los cuales le caían por la cara y le daban un aire despreocupado y a la vez muy sexy.

- Hola Lis – dijo un poco sorprendido - ¿Quieres pasar?

- No, no… solo venía a preguntarte cuando te viene bien quedar… - sus mejillas se tiñeron de rojo.

- ¿Tomamos mañana un café después de comer?

- Vale pues… mañana nos vemos.

- Lo estoy deseando.

Y tras esas palabras cerró la puerta.

Mañana entonces…

Fin del capítulo 66