Poco le importaba que alguien de clase pudiese darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer, además, intentaría hacerlo lo más discretamente posible.
También era consciente de que los que no estaban atendiendo al profesor estaría durmiendo sobre sus pupitres u ocupados en cualquier otra cosa.
Abrió el estuche, sacó un boli bic azul y se lo acercó lentamente a los labios. Rozó el tape con los dientes y se lo pasó por sus finos labios. Le daba mordisquitos al tape sin apartar los ojos de Derek.
Luego, fingió que se le caía “accidentalmente” el bolígrafo al suelo.
-Oh dios mío lo va a hacer – pensó Derek -. Se va a agachar… y con ese escote…
Y efectivamente. Lis se agachó. Y al hacerlo le ofreció a Derek una buenísima panorámica de sus tetas.
Se le caía la baba. La visión de aquellos pechos tan tersos y firmes despertaba el instinto más animal que llevaba dentro.
Después de aquello Lis pareció tranquilizarse. Se puso recta en su asiento, abrió el libro, puso atención a las explicaciones del profesor e incluso contesto alguna de las preguntas que éste lanzaba a la clase para intentar mantenerla concentrada.
Pero ella le había seguido el juego y Derek pensaba llevarlo hasta el final y no dejarlo en un simple coqueteo.
Así que cuando en el cambio de clase, Lis se acercó a la papelera a sacarle punta al lápiz, Derek le dio discretamente una nota:

Lis se sentó en su mesa y leyó la nota. Le hizo un leve asentimiento con la cabeza y se dispuso a pasar las dos horas más largas de su vida. ¡Parecía que el reloj no corría!
Cuando por fin sonó el timbre, les dijo a sus amigas que tenía que hablar con un profesor.
Espero a que todo el mundo saliera de clase y se acercó a Derek.
Éste, sin decirle una palabra la tomó de la mano y se la llevó al campo de frontón donde supuestamente nadie les podría pillar. O… ¿sí?
Fin del capítulo 18
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