Tras haber retirado el papel de periódico de la cama y llevar un rato dedicándose carantoñas, Derek se dio cuenta de que Lis miraba por encima de su hombro.
-¿Qué pasa? – dijo Derek un poco inquieto.
-Me siento demasiado incómoda para continuar.
-¿Por qué?
Lis señaló hacia donde estaba el muñeco hinchable. Derek siguió con la mirada la dirección que ella le marcaba y lo comprendió. Era imposible hacer nada con eso mirando. Él se levantó y lo quitó de la silla.
-¿Así mejor? – dijo Derek con una sonrisa.
Éste obtuvo por respuesta un empujón hacia la cama y un ardiente beso. Cuando Derek salió de su asombre, miró hacia abajo y vio como Lis le iba levantando lentamente la camiseta y le daba besos suavemente por el abdomen. Cuando logró quitarle la camiseta, Derek hizo lo mismo con la de ella y comenzó a darle mordisquitos en el cuello. Después empezó a lamerle los pechos y a apretar uno de sus pezones entre sus labios. El miembro de Derek comenzaba a hacer presión entre las piernas de Lis Fue desabrochándole cada vez con más rapidez los botones del vaquero. Se los quitó fuertemente y sin pudor alguno. En un arrebato de pasión le enganchó la tira del tanga con los dientes y al intentar quitárselo se lo arrancó.
Lis se abalanzó sobre él, lo tiro de espaldas contra la cama, se puso encima y le susurró al oído:
-Vas a desear que esta noche no termine nunca.
Acabó de desnudarle y situó su cabeza a la altura de la cadera de Derek y le miró el miembro lascivamente mientras se mordisqueaba el labio inferior. En ese momento Derek sintió una oleada de calor por todo su cuerpo y no pudo evitar empujar la cabeza de ella contra su foco de calor. Al cabo de un tiempo Lis intentó zafarse ya que le estaban empezando a llorar los ojos de la presión que sentía en el fondo de su garganta. Una vez liberada comenzó a lamerle los testículos mientras con una de sus manos le masturbaba frenéticamente.
Aunque ellos no le dieran mucha importancia se empezaron a oír ruidos en la parte de debajo de la casa.
Celeste, Lara y el chico rubio de ojos verdes comenzaron a subir por la escalera entre risas y cuchicheos. Cuando llegaron al final corrieron a meterse a la habitación contigua. Entonces Celeste, afectada por las medicinas que no se vendes en farmacia legar se chocó contra la pared, ocasionando bastante ruido y las carcajadas sofocadas de los demás.
-¿Les abrimos la fuerte? – dijo Celeste toda efusiva.
-No jodas, déjales que hagan sus cosas… - dijo el chico.
-A la tira no, vamos a abrirles – replicó Lara.
Y Celeste que no necesitaba muchos ánimos para decidirse, abrió la puerta.
-¿Ha habido mambo o no?
A los dos restantes ni siquiera les dio tiempo a mirar dentro ya que cuando vieron que su compañera hacía mención de abrir la puerta empezaron a correr escaleras abajo.
Celeste dio una calada a su canuto y tras echar el humo dentro de la habitación cerró la puerta y se fue.
Fin del capítulo 36
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