Alertados por el escándalo que parecía provenir de la entrada del bar, se vistieron y se fueron a ver qué era lo que estaba pasando y porque había tanto alboroto.
Y En frente de la puerta se había formado un círculo de chicos y chicas de entre 17 y 20 años. Todos gritaban y aplaudían para animar y para que el jaleo fuera mayor.
Intrigados, se acercaron a la multitud. Dentro del círculo había una chica morena, con una melena larga que le caía como una cascada por la espalda, vestida con unos pantalones de cuero y una camiseta negra con unas letras rojas escritas en inglés. Y sobre todo, lo más aterrador era su mirada, dura y fría.
En frente de ella había un chico menudo, más bien flacucho, de estos que les miras y te caen mal.
Y no les había casi dado tiempo a procesar la información cuando la chica le dio un puñetazo en toda la cara. El chico cayó de rodillas al suelo y le empezó a sangrar profusamente la nariz.
Viendo el plan que había, Derek decidió acompañar a Lis a su casa.
-Vamos, te acompaño a casa antes de que esto se ponga feo.
-Vale, mejor – le agarró de la cintura y comenzaron a andar.
El trayecto les pareció corto. Querían hablar de tantas cosas…
Cuando llegaron a la casa de Lis estuvieron un rato más sentados en el escalón de entrada, terminando el tema de conversación e intercalaban besos y caricias.
-Creo que debería entrar ya, se ha hecho tarde – dijo Lis apesadumbrada.
-Está bien. Nos vemos.
Si – y le dio un beso a Derek antes de desaparecer por la puerta.
Derek se quedo allí unos segundos, pensando. Le resultaba bastante increíble. Incluso le salía una sonrisa involuntaria de la felicidad que sentía. Y en esto estaba pensando cuando llegó a su casa.
Mañana será otro día y aunque sea peor que hoy lo que importa es pensar en lo vivido, que se superpone a todo lo demás.
Y con esta frase en la mente Derek se sumió en un profundo sueño.
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